Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1886 (Cortes de 1886 a 1890)
Sesión: 2 de diciembre de 1886
Cámara: Congreso de los diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Gullón
Número y páginas del Diario de Sesiones: 76, 1844-1845
Tema: Interpelación sobre la política seguida por el Gobierno durante el interregno parlamentario

Mi antiguo y leal amigo siempre, Sr. Gullón, no se extrañará de la extrañeza que me ha causado su declaración en estos momentos, porque, al fin y al cabo, si es verdad, como lo es, que S.S. ha venido a mi lado siendo constantemente leal, y además de amigo y correligionario, íntimo amigo por espacio de diez y ocho años, durante los cuales a mí me ha ido muy bien, y a S.S., si no le ha ido tan bien, no me parece que le ha ido mal (Risas) y nos ha ido bien a todos, por lo que puedo decir que ha habido bien para el partido en el cual S.S. y yo hemos militado durante esos diez y ocho años; y si es cierto también que, hoy por hoy, no hay variación ninguna respecto a la última época de esos diez y ocho años, y sigo la misma política de este partido y cumplo los mismo compromisos y tengo a mi alrededor los mismos amigos ¿por qué S.S., que ha seguido junto esos diez y ocho años, a los diez y ocho años y un día ya me pide una libertad que antes no me demandaba? (El Sr. Gullón pide la palabra). Su señoría tiene ahora, como ha tenido siempre durante esos diez y ocho años, la libertad y el derecho que tiene siempre un hombre de la inteligencia de S.S., y que tienen siempre todos los amigos que pertenecen a un partido, y si el Sr. Gullón no reclama más que esa libertad, desde luego, si S.S. sigue considerándome, como me ha considerado por espacio de diez y ocho años, como su jefe, su jefe se la concede, porque se la tiene concedida a todos; y si hay alguno que en esos diez y ocho años haya tenido más libertad y haya disfrutado de más derechos que S.S., habrá sido por pura abnegación suya, porque por lo demás, más derechos y más privilegios hubiera tenido S.S. que los demás amigos, y a ser posible los hubiera tenido mayores, porque S.S. ha declarado aquí que era más amigo mío que ninguno de los demás.

Si, por consiguiente, S.S. quiere aquellos derechos y aquellos privilegios que deben tener los hombres políticos que pertenecen a un partido, pero dentro del partido y sin quebrantar la disciplina del partido, los tiene S.S., y no tenía necesidad de pedirlos. Pero si el derecho que ahora reclama y que no le ha ocurrido reclamar en tanto tiempo, puede en algo alterar la disciplina de su partido, y puede ser bajo algún concepto un privilegio de que no disfruten los demás correligionarios, eso no puedo concedérselo, porque lo primero que se necesita para estar dentro de un partido, no es ser más o menos amigo de su jefe, porque eso realmente importa poco; lo que importa es [1844] la disciplina, porque si no, no hay partido posible. Si el derecho que reclama ha de perturbar esa disciplina, ese derecho no se lo puedo conceder; y si alguno se lo quiere tomar, sepa desde luego que no está dentro, sino fuera del partido. (Muy bien, muy bien en la mayoría).

Yo espero que el Sr. Gullón, que ha tenido siempre patriotismo, que ha sido siempre leal, no al amigo, no al jefe, sino al partido, que es lo que importa más, cuando ni el jefe ni el partido le han dado motivos ninguno, no ha de variar en la lealtad y en la consecuencia que con el partido ha observado; y si no ha de variar, como espero, no creo que ha de venir a perturbar la disciplina y la buena armonía que ha de reinar entre todos los liberales, si los liberales han de constituir un partido tan fuerte, tan enérgico y tan robusto como se necesita siempre, pero hoy más, porque las circunstancias por que atraviesa España, y no sólo España, sino el mundo entero, no son para disidencias, ni para disgregaciones, ni para grupos pequeños que no vienen más que a perturbar en lugar de dar fuerzas a las instituciones. (Aplausos).

Vea el Sr. Gullón cómo en uno de los puntos que ha tocado esta tarde, estamos perfectamente de acuerdo, y cómo no había necesidad de que S.S. hubiera pedido la palabra para reclamar una libertad que siempre ha tenido, y de la que en esta tarde ha dado evidente muestra.

Así, de esta manera, es como se fortifican los resortes de gobierno, empezando por fortalecer los resortes de los partidos, para que los Gobiernos que en ellos se apoyan tengan toda la autoridad y toda la fuerza que es necesario.

Yo espero, pues, que el Sr. Gullón, que ha sido siempre amante del partido, siga siéndolo ahora; y si alguna cosa hay en su seno que pueda disgustarle, tiene autoridad e inteligencia para discutirla conmigo y con todos y para venir en definitiva a un acuerdo; lo que no espero que repita, es lo que ha hecho esta tarde, venir a acusar al Gobierno por los mismos motivos que ha sido acusado por las oposiciones mismas, esto es, porque no hemos publicado la ley de procedimientos militares; de aquí proviene una de las diferencias entre el Sr. Gullón y su partido. ¿Qué culpa tiene de eso el Gobierno actual? Se autorizó en el año 1882 a una Comisión para que estudiara un Código de procedimientos militares; llegamos nosotros al Poder cuatro años después de dada esta autorización, y claro está que no podíamos acordarnos en primer término, y antes que de toda otra cosa, de que esa autorización estuviera dada; pero, en fin, el resultado fue que apenas vimos la dificultad, preguntamos a la Comisión, y nos contestó que todavía tenía en estudio el Código de procedimientos militares. ¿Qué más ha podido hacer el Gobierno que apresurar su publicación y hacer que se terminara en menos de un mes lo que había estado detenido durante cuatro años? ¿Es ese un cargo para este Gobierno? En todo caso será para todos los Gobiernos que ha habido durante esos cuatro años, incluso para S.S., que también fue Ministro estando en estudio ese Código de procedimientos militares.

Ya ve S.S. cómo eso no es fundamento bastante, no digo para recobrar la libertad de acción, pero ni siquiera para hacer la más pequeña advertencia a sus amigos y correligionarios.

Veamos otro. Las benevolencias. Uno de los ataques que me hacen más gracia, repetido sin cesar por los adversarios, es el que nos dirigen por las benevolencias; pero todavía me hace mucha más gracia cuando me lo dirige mi distinguido amigo el señor Gullón. ¿Qué hemos de hacer nosotros con los partidos que quieren ser benévolos? (Risas). Es de lo más gracioso que yo he oído ese cargo. ¿Qué vamos a hacer si el Sr. Cánovas, dignísimo jefe del partido conservador, que nos dice que quiere ser benévolo con nosotros? ¿Vamos a contestarle a pedradas? (Nuevas risas).

Pues lo mismo digo respecto del partido posibilista. Si este partido tiene la bondad, que le agradecemos, de ser benévolo hacia este Gobierno y hacia el partido liberal, ¿vamos a rechazar su benevolencia? ¿Qué lograríamos con esto? Además, sería absurdo. En todo caso, los que nos combaten por eso, no deben atacarnos, sino combatir al partido conservador y al partido republicano porque nos la otorgan. (El Sr. Romero Robledo: A éste se la agradece S.S., al otro no se la agradece).

Señor Romero Robledo, dicen que quien las hace las imagina. Por lo visto, S.S. es capaz de hacer lo que supone que yo haría. (El Sr. Romero Robledo: Yo no supongo en S.S., puesto que lo he dicho, más, sino que agradece la benevolencia de los unos y no la de los otros). Eso es capaz de hacerlo S.S., si le conviene, puesto que lo supone de mí. De seguro que S.S. es capaz de aprovechar la benevolencia de los republicanos y no agradecer, como corresponde, la de los conservadores. Yo agradezco las dos benevolencias (El Sr. Romero Robledo: Ahora); pero no estoy en el caso de corresponder más que a la benevolencia del partido conservador. (Muy bien). [1845]



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